Buenas noches.
Realmente es para mí un honor estar aquí. Le voy a pedir a Mario Woronowski que
me cronometre al minuto 14 y me avise. Voy a hablar brevemente.
Comentario sobre
Constituciones y salud: la constitución del 53 no hablaba de la salud, lo cual
fue una gran ventaja, porque cuando Carrillo hizo las maravillas que hizo a
partir de 1946 no se lo esmeriló desde el derecho constitucional. De paso
-ironía asociada- Sarmiento y los
sarmientinos a fines del siglo XIX tuvieron la cancha absolutamente abierta
para lo que hicieron, porque no había
ninguna mención constitucional que permitiera esterilizar lo que estaban
planteando.
La Constitución
de1994, absolutamente neoliberal. Acuérdense del pacto de Olivos, entre
Alfonsín padre y Menem Una cosa que se está reflexionado ahora a través de lo
que pasa en el sector energético, sobre limitaciones al poder del gobierno
federal, es que el objetivo neoliberal consiste en destruir o debilitar el
Estado-nación, así que la estrategia que
ellos tienen en todas las áreas es que todos los recursos, el poder, la
legislación, se transfieran del Estado-nación a las provincias, de las
provincias a los municipios y, si tienen suerte, de los municipios a las ONG,
de tal manera que se debilite el Estado-nación y uno negocia y coimea con
actores pequeños en una situación absolutamente balcanizada. Si hablamos de
ONG, muchas de las cuales están habitadas por “almas bellas”, es significativo cómo las que
operan en los países latinoamericanos defienden en abstracto los derechos
humanos centrales con mucho más énfasis en Venezuela que en Colombia, con mucho
más énfasis -si pueden- en Cuba que en México y con más énfasis en la Argentina
que en Chile. Porque estas ONG de “almas bellas” que defienden esta pureza de defender
derechos suelen estar financiadas por gente que insiste mucho sobre las
presuntas violaciones a los derechos humanos en los países que están haciendo
un proceso de liberación, tema que no es para tratar ahora pero que tenemos que
tener en cuenta.
Sale la reforma
de 1994, pacto de Olivos. Con Barcesat estábamos en la bancada del Frepaso y
con otros partidos aliados levantábamos el dedo para incluir el derecho a la
salud, junto con otros derechos, en un acuerdo que estaba absolutamente
aherrojado para excluir a los derechos sociales. De modo que levantábamos el
dedo, planteábamos nuestra alternativa defensora de estos derechos y perdíamos
todas las votaciones. Yo solía recordar a Les Luthiers: “¡Perdimos, perdimos,
perdimos otra vez!”. En todos lados nos derrotaron , y la constitución salió
como salió, con la salud solamente mencionada como instancia de consumo, porque
se dan cuenta, no se enuncia un derecho,
sino el consumo de consumidores, de clientes, que es otro objetivo neoliberal. Así que eso
quedó -yo que no soy constitucionalista
lo pienso- como algo que ha sido una vergüenza , comparada con la constitución
brasileña que teníamos cerca, inclusive comparada luego con las constituciones
que se dieron la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y la Provincia de Buenos Aires,
donde el derecho a la salud aparece mencionado. Y como ejemplo político a tener
en cuenta y a seguir ahora, la constitución venezolana bolivariana, donde los
temas de salud se discutieron en foros, en toda Venezuela, y los contenidos de
esos foros locales alimentaron un planteo de la salud como derecho humano y
como elemento de liberación en la Constitución que terminó aprobándose. Yo me
muevo un poco por la Argentina y noto muy esperanzadamente que varias
organizaciones del campo nacional y popular se están planteando para esta
futura reforma constitucional hacer foros de salud en muchos ámbitos , para
crear una especie de despertar político de la salud como hecho político-social reconocido
en el instrumento legal máximo .
Aparece en
1994 el proyecto de reforma la
constitución y yo, que soy médico
sanitarista y sociólogo, tengo que agradecer que el descubrimiento de sobres
con coimas , filmados por cámaras de vigilancia en la sede central del Banco Hipotecario
de la CABA , impactaron en el electorado de la capital para que Frepaso terminara teniendo el doble de
constitucionalistas en la CABA que los que se pensaba. Aparentemente esto pasó
en la última semana preelectoral, y yo que estaba número once de la lista
-”estoy de adorno, pensaba, mejor planifico mi año académico como siempre”-
resulta que entré. Cosa que yo no creí nunca, y tampoco el que me seguía, el
número doce, que también entró. Así que entramos en la Constituyente.
Cada uno va a la
Constituyente con sus sesgos profesionales. Yo, como sociólogo, era
profundamente escéptico en cuanto a que
los cambios normativos en textos pero sin poder atrás sirvieran para
algo. Uno como sociólogo está acostumbrado a ver que existe una correlación de
fuerzas, de realidades, en la sociedad, se mueven actores distintos para conseguir
poder ,y ante esto ,agregar conceptos normativos suele ser una pérdida de
tiempo. Yo iba con ese prejuicio a la Constituyente y me di cuenta allí, que
los textos normativos aunque sean declamativos y a veces hipócritas -la
hipocresía es el tributo que el vicio paga a la virtud- sirven, porque ayudan a
crear o a profundizar una contradicción que se puede trabajar políticamente.
Así que mi escepticismo como sociólogo se fue diluyendo en cuanto yo veía ahí
la política, la real politik de hechos concretos, funcionando para
trabajar, aunque sea en textos normativos, una contradicción que en el fondo
tenía que cambiar una correlación de fuerzas. Y además, como soy médico
sanitarista, la constitución que yo hubiera redactado incluiría algo como lo siguiente: “Se declara que en la
Argentina los niños tienen que cumplir las normativas de crecimiento somático
que fija la Organización Mundial de la Salud, y que en función de ese derecho
constitucional se actúe activamente para que todos los niños argentinos lleguen a cumplir esa normativa”. Les estoy
contando algo caricaturesco, pero si yo tuviera que redactar una constitución
trataría de garantizar cierta cantidad de gramos de hemoglobina por 100 ml. de
sangre como derecho constitucional, o el crecimiento y desarrollo, o en general
la maximización -a través de políticas alimentarias, de medicina preventiva, de
contención- del potencial genético del homo sapiens; es decir plantear como política de Estado el deber de
maximizar la carga genética -que no se maximiza ahora por razones de poder
económico y de acceso a los recursos básicos- para que eso fuera un texto
constitucional. Claro, yo hablaba esto con constitucionalistas y en el mejor de
los casos me trataban con paciente tolerancia, o si no pensaban que yo estaba
loco como una cabra, lo cual es posible, pero todo esto tiene que ver con mi
sesgo de persona que viene de las ciencias duras , y que trata en lo posible
que estos conocimientos de ciencias duras
se incluyeran en textos constitucionales. En definitiva, no pude imponer nada
de estos deseos fantasiosos y entendí que no podíamos esperar nada, ni siquiera
que en la Constitución se asegurase a la
salud como derecho más allá del concepto de consumo. Me acuerdo que la votación
que perdimos por menos votos, pero que podríamos haber ganado quizás – yo nunca
supe lo que pasó, había una interna de radicales- era la que postulaba asegurar
el derecho a la alimentación como derecho constitucional, lo que no está mal en
un país como Argentina que produce varias veces más calorías alimentarias que
las que necesita su población y a la vez tiene una alta tasa de prevalencia de
desnutrición.. Estaría bien que un país como Argentina declare como derecho
constitucional el acceso a las calorías, proteínas, aminoácidos y ácidos grasos elementales para toda la
población Fantasía que no ha sido
cumplida.
Así que,
siguiendo con esto, tenemos que plantear para el futuro -postulo en este
momento- que, ya que viene la reforma, creemos foros en todos los ámbitos
posibles para discutir qué elementos de salud tienen que entrar en la futura Constituyente,
y cuando hablo de constituyente, estoy hablando de los códigos civil y penal
que están ahora en revisión. Foros para
mover un poco el ambiente intelectual, donde salud está rezagada. La salud es
el elemento más rezagado -quizás yo hablo con el sesgo de sanitarista- de todas
las políticas sociales del gobierno actual. Y si se hubiera hecho en salud la
maravilla que se hizo en educación, con una financiación estatal por rentas
generales, no a partir de convenios con organismos financiadores
multinacionales. Con una financiación de rentas generales de un sistema estatal
gratuito de salud, siguiendo el modelo Carrillo, haciendo convenios bilaterales
de Nación con Provincias para aumentar la oferta estatal, podríamos estar
adelantados en un campo donde ahora lamentablemente tenemos un rezago que
-lamento señalar- tiende a aumentar, por las últimas cosas que estoy leyendo en
internet y por lo que me cuentan.
Así que tenemos
una doble oportunidad: discutir textos de salud en toda la Argentina, en todos
los ámbitos posibles ,para obtener la salud que deseamos, y también librar la
batalla cultural para eliminar el rezago que tiene salud en el actual gobierno
nacional y popular.
¿Qué otras cosas
se pueden plantear en la Constitución? En el fondo habría que plantear que es
inconcebible para toda racionalidad que el acceso a la salud esté limitado
fundamentalmente por razones económicas.
Esta injusticia debería erradicarse, pero lo que se puede plantear como deseo
general, tiene que ser deconstruido a través de medidas mucho más concretas. Me
permito hacer una reflexión. En este momento, la salud está racionada. La
demanda potencial de salud de cualquier población es infinita. Se la raciona
reduciendo esa demanda potencial infinita a una demanda manejable.
Lamentablemente, la demanda manejable de salud suele hacer el “corte” a través
del acceso económico. Así que si planteamos que la salud es potencialmente
infinita como necesidad a ser satisfecha, debemos plantear que el criterio para
racionarla tiene que ser otro que la posibilidad de comprar salud en el Mercado.
Habría que ver cuál es el racionamiento no mercantil para se limite la atención
de salud a lo que cualquier economía puede manejar. Este tema lo largo a la
mesa. Es para discutir en algún
ambiente, no en este. Pero vuelvo a plantear que tenemos una buenísima oportunidad
para discutir salud en todos los ámbitos posibles, con el doble propósito de
tener legislaciones mejores para el futuro y librar una batalla cultural, porque yo siento que los que estamos
trabajando salud al interior del gobierno nacional y popular, buscando una
oferta gratuita y universal estatal , de fácil acceso, financiada por las
Rentas Generales y otorgada por las actuales estructuras estatales de oferta
estamos perdiendo posiciones día a día.
Nada más.
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