Buenas noches. Agradezco a todos los
compañeros que me han invitado a poder participar en esta mesa. Soy el último y
tengo tanta información en la cabeza que se me ha hecho un verdadero lío...Voy
a tratar de ser lo más sintético posible, no me es fácil a mí ser sintético,
pero voy a intentarlo.
Primero, al hablar de un dispositivo de
abordaje del padecimiento mental distinto del abordaje tradicional y en algunos
aspectos novedoso -a pesar de que hay muchas experiencias en el mismo tema,
muchos planteos en relación con lo que es esto de atención domiciliaria- señalo
que ya hace muchos años con el Dr. Taber
en el Hospital Alvear - se pudo
implementar algo de lo que pudimos hacer finalmente de alguna manera en el año
2003. Se han cumplido diez años de la puesta en marcha de este dispositivo.
Cuando Aldo Melillo me sugirió que comentara
esta forma de abordaje, pensé que si lo vemos nada más que como una forma de
dispositivo, sin contextualizarlo dentro de las políticas de salud mental,
dentro de la planificación, pierde toda su riqueza, pierde el cómo fue pensado.
Creo que el hecho de estar inserto dentro de políticas de salud mental es lo
que permitió hasta ahora -no sé por cuanto tiempo más- que se mantenga dentro
del sistema y que perdure en el tiempo. No olvidar que los tratamientos
ambulatorios, porque de esto se trata, son un elemento clave en aquellas
políticas de salud mental que se expresan en el plan de salud mental 2002 /2006
-el último de ellos, que todavía tiene
vigencia porque no lo han actualizado en la ciudad de Buenos Aires- y a su vez
está enmarcado en la Ley Básica de Salud de la ciudad 153, la Ley de salud mental 448 y la Ley Nacional 26657. De alguna
manera, la idea de ese plan fundamental consolida las distintas modalidades de
atención, tanto preventivas, como asistenciales, rehabilitatorias, resocializadoras.
Y todo esto apunta a una transformación del sistema que está íntimamente ligada
a la idea de desmanicomializar al sistema de salud mental.
Los tratamientos ambulatorios son aquellos
que apuntan a no internar al paciente con problemas mentales. En forma muy
sintética, en estas políticas de salud mental hay algo clave: no se pueden
sostener sin la participación, sin el protagonismo y el consenso de todos los
sectores intervinientes, incluida fundamentalmente la comunidad. Esto permite
que sean una alternativa global pasando de una propuesta de atención mental
individual, atomizada, segregacionista a otra que considera la pluralidad
comunitaria, por lo menos en cuanto a su abordaje, con eje en la participación
comunitaria.
¿Qué implica esto? Muy sintéticamente, pensar
desde esta perspectiva permite incorporar nuevos valores, nuevos conocimientos,
que de alguna manera van a ir reformulando las ideologías de salud y enfermedad
en el conjunto social. Por otro lado, implica la reformulación de las
instituciones, de todo tipo de instituciones, y de los criterios profesionales
y las técnicas de abordaje. Esto también va a permitir superar modalidades
tradicionales y en cierta forma el modelo hospitalo-céntrico en el modelo
sanitario.
No podemos dejar de lado, en los últimos
tiempos, el enorme desarrollo de las ciencias sociales, el avance de las
neurociencias que van generando una conceptualización de la salud mental. Se
está hablando de salud mental -no quiero perderme en cosas anecdóticas- pero al
concepto de salud mental se llega, mientras que de lo que siempre se ha hablado
es de enfermedad mental. En los años 50, en la época de oro en esta ciudad con
el plan del Dr. Goldenberg, se hablaba de enfermedad mental, con una etiología
organicista, una causalidad morfogenética. Era la enfermedad mental. El hecho
de pasar al concepto de salud mental es sumamente superador. No le damos
importancia, pero no es solamente una cuestión de términos y de títulos. No es
así. Decir salud mental implica un concepto amplio, integral, abarcativo y que
considera al sujeto -hoy se dijeron muchísimas cosas que yo estoy seguramente
parafraseando- como entidad bio-psico-socio-cultural. Y esto hace que al haber
una multicausalidad en la construcción de la salud mental -por pensarlo desde
esta perspectiva-, no va a poder ser una sola disciplina la que haga el
abordaje, por tanto se plantea la cuestión de la interdisciplina y la
multidisciplina para hacerlo.
La severidad de cuadros clínicos, yo diría
sobre todo en los últimos años, puede llegar a exceder la respuesta de ciertas
modalidades ambulatorias, pero sin implicar por ello necesariamente una internación. En medio de estas dos
propuestas, la atención ambulatoria en los efectores de salud mental - llámese así a todos los servicios de salud
mental, a todo equipo de mayor o menor complejidad de salud mental - y las
internaciones, emerge, donde se pensó, esta cuestión de la atención
domiciliaria. ¿De qué hablamos con esto? Le decimos ADOP -atención domiciliaria
psiquiátrica, psicológica, programada en situación de crisis. Se pensó en aquel
entonces como un dispositivo faltante dentro del sistema asistencial y en
consonancia con el planteo de la ley. La ley 448 en el artículo 10, inciso d,
dice que la autoridad de aplicación debe contemplar
los siguientes lineamientos: “La potenciación de los recursos orientados a la
asistencia ambulatoria – de ahí la importancia de la que hablé de los
tratamientos ambulatorios-, sistemas de internación parcial - aquí hace
referencia en general a los hospitales de día - y atención domiciliaria -lo
subrayo-, procurando la conservación de los vínculos sociales, familiares y la
reinserción social y laboral”.
ADOP está pensado también como un dispositivo
de abordaje, pero dentro de algo más que conforma la red de servicios de salud
mental planteados, repito, en el plan de salud mental. Por lo que pasa a ser
una modalidad complementaria fundamental dentro del sistema, que pone el acento
en la atención ambulatoria, el mayor fortalecimiento y la promoción de las
redes de servicio, la reformulación en una primera instancia de las grandes
instituciones manicomiales y la promoción de la atención primaria de la salud
mental.
Como les dije antes, se creó en octubre del
2003 y el mes pasado cumplió diez años, que no son poco para un dispositivo
así, diría que es una barbaridad y después les digo por qué también. Es un
equipo interdisciplinario, considera la contención familiar como necesaria para
el restablecimiento de la salud mental - sobre todo obviamente del paciente en
crisis -, promueve el incremento, justamente, de esos lazos sociales,
familiares, promueve la solidaridad, al igual que la salvaguarda de los derechos
humanos. Y así esta propuesta va delineando ciertos objetivos generales que son
establecer una actividad de intervención que preste asistencia psiquiátrica,
psicológica, de servicio social y de enfermería, en forma programada a
domicilio, a pacientes que están en situación de crisis, en el marco - como les
dije antes - de la red de salud mental.
Hasta aquí me referí al objetivo general. En
cuanto a los objetivos específicos, se trata de habilitar estructuras externas
sustitutivas de las instituciones - observen que todo está en consonancia con
la ley de la ciudad y la nacional - disminuir la admisión e internación
hospitalaria, de ser posible evitarla, acortar plazos de internación -esto es
muy importante porque da la posibilidad de un seguimiento domiciliario-,
incrementar la participación familiar y también la social -la de los vecinos,
de voluntarios-, la promoción de la salud y la educación sanitaria comunitaria.
De alguna manera esto también permite disminuir el prejuicio que existe sobre
la problemática mental, extender la atención y psicoprofilaxis al grupo
familiar y producir los cambios necesarios para permitir favorecer a corto
plazo la inserción en un tratamiento ambulatorio en un efector de salud mental.
Es decir que implica atención domiciliaria, que según el dispositivo no puede
superar los dos meses, aunque se siguen viendo ciertos pacientes por mucho más
tiempo. Es algo que se evalúa clínicamente.
Este dispositivo se formalizó en el año 2006,
a través de una resolución del Ministerio de Salud. Piensen ustedes que la ley
448 es del 2000, se reglamenta en el 2004 y el dispositivo se formaliza en el
2006, aunque ya lo habíamos puesto en marcha en el año 2003. Se inició con dos
coordinadores, con 20 profesionales repartidos en cinco equipos
interdisciplinarios: psiquiatras, psicólogos, trabajadores sociales y
enfermera. En el año 2006 se incorpora la atención de chicos, la atención es
infanto-juvenil, de los cinco años hasta los 17. En el marco del ADOP se
atendía solo a adultos. Actualmente hay también dos coordinadores y cincuenta profesionales,
con 11 equipos de adultos, 5 de niños y un equipo de evaluación de aquellos
casos judicializados. En estos diez años se asistieron 2300 pacientes, y creo
que en total hubo dos o tres internaciones brevísimas, prácticamente en las
guardias. Fíjense que se evitó que 2300
almas vayan a parar al manicomio. Es como para poner el acento en esto. Uno
puede decir que resulta un poco oneroso pensado desde el punto de vista
económico, pero deja de serlo cuando se lo piensa desde la perspectiva de la cantidad
de pacientes que no se internaron.
También se dictan cursos, seminarios,
ateneos, y hay un hecho muy interesante que es la pasantía de los residentes de
salud mental, tanto los de psiquiatría como de psicología y trabajo social. No
hemos logrado todavía incorporar a
enfermería, pero es muy muy importante porque hace a la experiencia de
un hecho inédito. Hoy se hizo referencia a lo difícil que era ir al domicilio
de un paciente. Yo, como director, recibía llamados de gente que a veces
se asustaba por la presencia de tantos profesionales para ver al
paciente en la casa: un psiquiatra, al día siguiente un psicólogo, el enfermero
que le enseñaba a hacer su higiene personal.... Y esto en pacientes sumamente
graves, agorafobias severísimas de gente que hacía tres, cuatro meses y a veces más tiempo que no
podían salir de su casa... Ya cerré
Vicente Galli
Evidentemente, esto muestra la posibilidad de
hacer dispositivos distintos. Mi pregunta es si no es un esfuerzo demasiado
centralizado esto de hacer asistencia domiciliaria sin que sea la comunidad
pericontextual de las personas la que se integra. Es un tratamiento de una instituciónalización descentralizada,
pero desde un lugar central.
Soriano
Intento comentar lo que dice Vicente.
Preguntabas qué se puede hacer con el loco, si algo se puede. No sé si tomé tu
pregunta. Por ahí la tendencia con el loco, que asusta tanto, es encerrarlo. La
idea del dispositivo planteado es que ahí hay que actuar. Esa persona puede
quedarse en su domicilio, es tratada por un equipo interdisciplinario. También
hablabas de los pacientes que vuelven del psiquiátrico al barrio. Yo fui casi
cinco años director del Estévez y conozco un poco el tema. Habíamos creado un
equipo -es anecdótico- y una planificación para, en primer lugar, externar lo
más posible, pero preparando el ámbito en que la paciente volvía a su lugar en
la comunidad. Lo habíamos llamado EMVIDO, Equipo Móvil de Visita Domiciliaria.
Esto de lo domiciliario para mí no es de ahora, sino ya era de aquella época.
El esquema era el mismo: iba un móvil con un psiquiatra, un psicólogo,
trabajador social y enfermero, preparando el ámbito para que la paciente
pudiera volver cuando era dada de alta. El otro punto, del que hablaste,
Marcela, y que Vicente retomó, es el de salir a buscar el problema. Voy a traer
otra anécdota. En el Centro 1, del que hoy soy director, Goldenberg nos mandaba
- éramos chicos en aquel momento - a timbrear a la gente preguntando: “Señora,
¿su marido es alcohólico?”. Nos sacaban corriendo las más de las veces, pero
era una manera de que los profesionales camináramos el barrio, nos
interiorizáramos de esa problemática. De alguna manera, íbamos a buscar el
problema.
En cuanto al otro punto, es cierto, de alguna
manera el dispositivo está centralizado.
Ahora lamentablemente está quedando medio solito, resistiendo a las
vicisitudes, las cuestiones que produce la gestión. Es cierto, si está solo ahí
es relativo... Quizás no hice suficiente hincapié o hablé demasiado rápido.
Pero hay que contextualizarlo, ubicarlo dentro de políticas de salud mental. La
idea es apuntar a desarrollar políticas de salud mental comunitaria y una red
de servicios que permita promover la derivación a los tratamientos
ambulatorios. Nosotros pensamos este dispositivo como un verdadero golpe de
furca a la cuestión de la manicomialidad.
Mario Woronowski
Dos comentarios nada más antes de cerrar.
Agradecerles su presencia, por supuesto. Y luego, reafirmar primero que este es
un mojón en un camino. El proyecto, que ya está encaminado, es no sólo
incorporar la desgrabación de esta jugosísima mesa al blog del Foro de Salud de
Carta Abierta como siempre lo hacemos, sino organizar con el contenido de los
dos foros - el del 14 de agosto y éste - una publicación que tiene un objetivo
claramente político: que sea un instrumento que intervenga activamente en las
discusiones sobre la implementación de la Ley. Vamos a poner ahí estos
contenidos para que, además de lo que se conversa en todos los servicios y en
todos los sectores, haya un instrumento más de referencia que sirva para
centrar algunas de las cuestiones que aquí se han tomado.
En segundo lugar, no soy quien para
interpretar el sentido de la pregunta de Vicente y la respuesta de Jorge, pero
me atrevo a decir que quedó algo flotando. Interpreto la pregunta de Vicente -y
corre por mi cuenta- en el sentido de si esta transformación que tan bien y con
tanta riqueza nos ha descripto Jorge, no es interpelada por el hecho de que se
realiza en el marco de una institución que se transforma, pero que al seguir sosteniendo
servicios que quedan al interior de la institución, puede operar reforzando la subsistencia
del monovalente y por lo tanto en sentido opuesto al de la Ley .
No sé si fue el sentido de la pregunta de
Vicente, pero es una pregunta que circula en el ámbito psi. Hasta qué punto la
transformación del monovalente, como dice claramente la ley “hasta su sustitución definitiva”,
permite, admite -tal vez necesita- que
en la misma localización donde hoy funciona una institución asilar algunos
servicios se sigan prestando. Hay quienes dicen taxativamente que no, hay
quienes piensan -yo me encuentro entre ellos- que tal vez algunos dispositivos
puedan seguir localizados en ese lugar. Lo digo porque me parece que es una
polémica que está viva. Sería genial que tuviésemos algunos minutos más para
poder seguir. No los tenemos, pero como la polémica está viva se seguirá
conversando y discutiendo en los próximos meses y seguramente años. Muchas
gracias a todos.
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